El proceso básico de alimentarse se adquiere desde la infancia y está arraigado a la cultura y creencias de la familia, y a las que adquiere el propio individuo a lo largo de su vida. Por eso, la familia, juega un papel importante en la adquisición de hábitos saludables en el menor.
Hay que tener en cuenta que, la mayor parte de las veces, cuando comemos lo hacemos atraídos por las sensaciones que percibimos, los productos alimenticios, están diseñados para que sus cualidades (sabor, olor, color, textura, forma y apariencia) sean recibidas por el individuo.
Crear platos atractivos, agradables y variados para los pequeños de la casa, involucrarlos en su preparación y compartirlos en familia, es la mejor manera de estimular al niño a comer de manera saludable. Los niños tienen tendencia a imitar las conductas de los padres, así que, en éste sentido el ejemplo que damos los adultos es esencial.
Cuando la alimentación es variada, equilibrada y saludable y, además, se fomenta el ejercicio físico, el crecimiento y el desarrollo infantil está asegurado.